miércoles, 11 de marzo de 2009

UN CUENTO ÁRABE SOBRE NUESTRA REALIDAD


A un oasis llega un joven, toma agua, se asea y pregunta a un viejecito que se encuentra descansando:
-¿Qué clase de personas hay aquí?

El anciano le pregunta: "¿Qué clase de gente había en el lugar de donde tú vienes?"

-"Oh, un grupo de egoístas y malvados", replicó el joven, "estoy encantado de haberme ido de allí."

A lo cual el anciano comentó: "Lo mismo habrás de encontrar aquí."

Ese mismo día, otro joven se acercó a beber agua al oasis, y viendo al anciano, preguntó:
-"¿Qué clase de personas viven en este lugar?

"El viejo respondió con la misma pregunta: "¿Qué clase de personas viven en el lugar de donde tú vienes?"

-"Un magnífico grupo de personas, honestas, amigables, hospitalarias, me duele mucho haberlos dejado."

"Lo mismo encontrarás tú aquí", respondió el anciano.

Un hombre que había escuchado ambas conversaciones le preguntó al viejo:
-"¿Cómo es posible dar dos respuestas tan diferentes a la misma pregunta?

A lo cuál el viejo contestó: "Cada uno lleva en su corazón el medio ambiente donde vive. Aquél que no encontró nada bueno en los lugares donde estuvo no podrá encontrar otra cosa aquí. Aquél que encontró amigos allá podrá encontrar amigos acá.

Autor Desconocido

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Lo cierto es que las personas que nos rodean y los ambientes en donde nos movemos reflejan nuestro propio ser y nuestra propia condición interior. Nos guste o no. Son como un espejo.

¿Qué es lo que TU ves en aquellos que conviven contigo: familia, amigos, socios, colaboradores, etc.? ¿Te gusta?

Ahora ya sabes en lo que hay que trabajar para mejorar… Para crear un mundo mejor: tu mundo…

Bueno… ¡si quieres!

Agustín Delgado Ferrara

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"Cuando crezcas, descubrirás que ya defendiste mentiras, te engañaste a ti mismo o sufriste por tonterías. Si eres un buen guerrero, no te culparás por ello pero tampoco dejarás que tus errores se repitan".

Paulo Coelho

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“Por eso, no tienes excusa quienquiera que seas, tu que juzgas, pues juzgando a otros, a ti mismo te condenas, ya que obras esas mismas cosas que tu juzgas”.

San Pablo a los Romanos (Rom 2:1)