miércoles, 30 de enero de 2008

CUÍDATE DE LOS CAMIONES DE BASURA


CUÍDATE DE LOS CAMIONES DE BASURA
Por David J. Pollay



¿Con que frecuencia permites que las tonterías de otras personas cambien tu estado de animo? ¿Permites que otro conductor te haga enojar cuando vas manejando, o un mesero grosero, un jefe cortante o un empleado insensible arruinen tu día?

A menos que seas el Terminator, por un instante estas algo molesto. Sin embargo, lo que distingue a una persona exitosa es lo rápido que puede enfocarse de nuevo en lo que realmente es importante. Hace 16 años que aprendí esta lección. La aprendí en el asiento trasero de un taxi en Nueva York.

Me subí a un taxi y partimos para la estación 'Grand Central'. Íbamos en el carril derecho cuando de repente un coche negro brinco de un cajón de estacionamiento justo en frente de nosotros. El chofer freno con fuerza, dio un patinazo, y por unos pocos centímetros evito chocar con el otro carro. El conductor del otro coche, el que casi causo un accidente, volteo su cabeza y empezó a gritarnos con muchas palabrotas. El taxista solo sonrió y le saludo amable. Así que, yo le pregunte, '¿Por que hizo eso?' Ese cuate por poco destruye su auto y nos manda al hospital.

Entonces el taxista me dijo lo que ahora llamo 'La Ley del Camión de Basura.' Muchas personas son como un camión de basura. Andan llenos de basura; llenos de frustración, enojo, y decepción. Ya que se les va amontonando la basura, necesitan un lugar en donde puedan tirarla. Si se lo permites, te la echan a ti.

Cuando alguien quiere echar su basura sobre ti, no lo tomes en forma personal. Solo sonríes, saludas, deséales lo mejor, y sigue adelante. Estarás feliz de que lo hayas hecho.

Así que, esto era la Ley del Camión de Basura. Empecé a pensar, '¿Cada cuanto permito que los camiones de basura me atropellen?' Y, '¿cada cuanto tomo la basura que llevan y la riego sobre otras personas... en el trabajo, en casa, en las calles?'

Fue ese día que dije, 'Ya no voy a hacer eso.' Empecé a ver muchos camiones de basura. Veía lo que llevaban. Veía cuando llegaban para vaciar la basura. Y como mi taxista, ya no lo tomo en forma personal. Solo sonrió, saludo, les deseo lo mejor y sigo adelante. Uno de mis jugadores favoritos de fútbol americano de toda la historia, Walter Payton, hizo esto todos los días en el campo de fútbol. Tan pronto como cayo al suelo después de ser tacleado, se paraba. Nunca se quedaba pensando en el evento. Payton estaba listo para hacer que la siguiente jugada fuera la mejor.

Los buenos líderes saben que tienen que estar listos para su próxima junta. Los padres buenos saben que tienen que recibir a sus hijos con abrazos y besos cuando regresan de la escuela. Los maestros y padres saben que tienen que estar totalmente presentes y dando lo mejor para las personas que les son importantes.

La gente exitosa no permite que los camiones de basura tomen el control de su día. ¿Y tú? ¿Que pasaría en tu vida, empezando hoy, si permitieras que mas camiones de basura pasaran sin que te afectaran? Apuesto que estarías más feliz. Así que, ama a las personas que te tratan bien. Olvídate de las que no lo hacen. Cree que todo sucede por una razón. Si se te presenta una oportunidad, TOMALA. Si algo cambia tu vida, DEJA QUE TE CAMBIE. Nadie dijo que seria fácil. Solo prometieron que valdría la pena.


“Se mas amable de lo que es necesario, porque cada persona con la que te topas esta peleando alguna batalla”

lunes, 28 de enero de 2008

Rumbo al Día del Amor y la Amistad 1


La Duda

La duda se cuela en el momento en que perdemos el enfoque de nuestra intención original.Piénsalo en términos de relaciones. Podrías estar muy feliz, con tu alma gemela, la vida es grandiosa. Abrazos y besos y todo eso. Luego el o ella hace algo que no te gusta y olvidas. Olvidas cómo el o ella te ayuda a través de la oscuridad. Olvidas cómo te ama hasta cuando no te amas a ti mismo.

Olvidas.

Y entonces la duda se cuela.

En un momento tienes todas las razones para estar en la relación; al siguiente encuentras todas las razones para no estar.Todo es acerca de la duda.

¿Por qué?

Se debe a que olvidas por qué estabas, en primer lugar, en la relación.Hoy es tu oportunidad para recordar.

Recuerda lo que recibes de tus relaciones más importantes.

Conéctate a la semilla de bondad y destierra la duda.
(Afinación Diaria de la Conciencia)

Y esto, en relación a ti mismo, a tu trabajo, a tus proyectos, a lo que haces, a tu familia, a tus amigos, a tus socios, a tus compañeros...

En el Amor no hay lugar para la Duda...

domingo, 13 de enero de 2008

EL AMOR ES EL QUE SANA


por Bernie Siegel
Love & Healing


Como cirujano, he trabajado durante muchos años con pacientes que sufrían enfermedades degenerativas que ponían en peligro la vida. En el curso de mi práctica he descubierto que si conseguía que esas personas se amaran a sí mismas, empezaban a ocurrir cosas increíbles, no sólo desde un punto de vista psicológico, sino también físico. Una consecuencia derivada de su mejor actitud psicológica era la correspondiente mejoría física. Así que empecé a considerar el hecho de que el enfoque que más importaba en la terapia consistía en enseñar a las personas a sentir y a expresar amor, empezando por ellas mismas. Y he descubierto que eso iba en proporción directa a mi habilidad para amarlas y mostrarles que eran dignas de ser amadas.

¿Por qué es tan importante el amor en la sanación? Simplemente porque es lo más significativo en la vida humana. El amor auténtico debe darse libremente, con absoluta libertad de elección. El amor no puede darse como una responsabilidad por cumplir. Resulta inoperante el que se nos «fuerce» a dar amor a otro (cosa, por lo demás, imposible). Esa libertad para amar es lo que hace que valga la pena gozar del libre albedrío, aun corriendo el riesgo de usarlo mal - como en una explosión nuclear u otras catástrofes - porque cuando elegimos amar, el amor se hace enormemente significativo, ya que procede de nuestra esencia más profunda, fuente de toda libertad. Desde allí podemos amar, logrando que los otros lo puedan sentir tan profundamente que repercuta en el estado físico. Hay una fisiología del amor: no es sólo una experiencia emocional, sino una experiencia que afecta a todo el cuerpo.

Por esta razón creo que el amor es como un hilo de oro que conecta las múltiples formas de sanación que existen. Pero esto es un concepto abstracto, y me gustaría que viéramos en forma práctica cómo interviene el poder sanador del amor en la terapia.

Por ejemplo, entre las personas que llegan a mi consulta con un cáncer, resulta claro que algunas están de alguna manera autodestruyéndose : abusan del tabaco, el alcohol, las comidas grasas, las drogas, labrando diligentemente su propia muerte. En tales casos, no digo: «No fumes», «Suprime el alcohol», «Por favor, adelgaza, haz ejercicio» o «No dejes de tomar esas medicinas». Mejor les digo: «Me preocupo por ti. Te quiero. Aquí tienes algunas indicaciones para que aprendas a quererte a ti mismo. Te veré en dos semanas».

Si regresan sin haber hecho nada, vuelvo a decirles: «Te quiero», les doy un abrazo y les repito: «Me importa de ti, ven a verme en dos semanas. Estaré preocupado por tu salud ». A través de ese amor, empiezan a decirme: «Te doy las gracias por preocuparte, por el interés que tienes por mí. Estoy empezando a quererme, estoy empezando a cuidarme.» Ese es el inicio a preguntar que más pueden hacer por ayudarse a sí mismos.

Es entonces cuando les hablo de las terapias de grupo y les comunico que pueden asistir, si no les importa hablar de sus vidas y de lo que sienten. Después, quizás les sugiera que estudien algo de dibujo, pintura o artesanía.

Les doy, además, algunos ejercicios de auto-imagen, por ejemplo, sentarse frente a un espejo unos veinte minutos por dos veces al día, contemplarse con afecto y decirse: «Tienes unos ojos bonitos, tu sonrisa es agradable, me caes bien. Te quiero.» Podría también aconsejarles la meditación, la oración, la música.

En algún momento, el paciente de pronto empieza a darse cuenta de que es extraordinario intentar el esfuerzo por sentirse mejor. A esto lo llamo germinar, crecer y desplegarse como una flor. Ellos descubren que son como una semilla, con un enorme potencial dentro, que hasta entonces no había sido destapado y que, simplemente, estaba esperando brotar. Entonces sus anhelos se transforman en una certeza: "iMira hasta dónde puede conducirme mi crecimiento!"

La sanación a través del amor se puede emplear también como la forma de ayudar a las personas a reconsiderar sus propias vidas. Parece que cada uno de nosotros hubiéramos nacido no sólo con una cierta morfología física, sino también con un anteproyecto psíquico, intelectual y espiritual. Cuando nos desviamos de ese modelo interno, a menudo hace falta una enfermedad psíquica o física para traernos de nuevo a nuestra verdadera ruta. Como si alguien nos dijera: «¡ Cuidado ! No estás siendo lo mejor que podrías ser. Vuelve a tu camino.» Esto es lo que tendría que hacer la psicoterapia: colocar de nuevo al paciente en contacto con su modelo interior, de modo que él empiece a seguir el camino correcto otra vez.

Hay veces en que nos resulta difícil encontrar el camino de regreso y es entonces cuando necesitamos ayuda. Necesitamos a alguien que sea lo suficientemente amable, pero también dispuesto a darnos un empujón para que nos movamos. En terapia, eso lo llamamos confrontación. Confrontamos al paciente consigo mismo, aunque a veces parezca ser un poco doloroso. Si escucháramos a nuestro ser interior, nos diría: «Pon atención. Haré que te duela un poco ahora, para que despiertes.» Por esa razón, a veces llamo al dolor «la orden de reajuste que envía Dios». En ocasiones, es lo único que hace que la gente cambie.

Por supuesto, son muchos los factores externos que pueden contribuir a que nos salgamos del camino adecuado - condicionamientos producidos por la familia, presión del ambiente escolar y social - pero volver al camino implica siempre encontrar la mejor forma de compartir amor con el mundo. Todos tenemos nuestra propia manera de expresar amor; si la descubrimos, viviremos más tiempo, gozaremos de mejor salud, disfrutaremos más de la vida y recibiremos también más amor de los otros. A causa de eso, los terapeutas deben ayudar a sus pacientes a redescubrir sus propios e individuales caminos de amor.

Para lograr éxito en esta tarea es necesario que el terapeuta encuentre maneras prácticas de fluir en su natural manera de amar y hacerlo de forma continua, ya que, sin un contacto en el que se pueda confiar, la eficacia de la ayuda se vería bloqueada. Quizás lo más importante es que el terapeuta asuma en su vida su propio mensaje. Y esto no quiere decir que tenga que ser alguien perfecto. No somos perfectos, pero podemos perdonarnos nuestras imperfecciones, lo que significa que al vivir mi propio mensaje, debo perdonarme por no ser perfecto, como también perdono a mis pacientes por no serlo. Significa también que compartiré diariamente la meditación, música, oración, afirmaciones positivas, ejercicios, dietas, y todas las actividades que ofrecen nuestros grupos de terapia.

Creo, además, que vivir mi mensaje significa también que puedo trabajar sobre mis propias heridas y mostrarme vulnerable ante las personas a las que estoy atendiendo. De esta forma, puedo pedirle a uno de mis pacientes que me dé un abrazo si estoy pasando un mal día. No necesito ser un superhombre. Puedo admitir mi mortalidad y mi condición humana.

En este sentido no soy un terapeuta tradicional. No me complica tener contacto físico con mis pacientes, porque ellos entienden que se trata de un amor que no tiene nada que ver con atracción sexual ni cosa parecida. Hay veces en que el contacto físico resulta apropiado. Como cuando tenemos que dar a alguien el pésame por la pérdida de un ser querido y no se nos ocurre nada que decir, sólo abrazarlo apretadamente. Con ello le trasmitimos que estamos compartiendo su dolor, como no podrían hacerlo ni las palabras más elocuentes.

Vivir nuestro propio mensaje trae también consigo un aspecto de apertura y de humildad. Como terapeuta, no estás sentado en un lugar lejano, mirando a las masas ignorantes y necesitadas. Simplemente, harás lo que sea necesario, confiando en que el amor sabrá qué es lo que hace falta. Esto incluye no darse a conocer como experto infalible, poseedor de todas las respuestas, sino concebir el proceso de curación como un diálogo, un intercambio, una experiencia de aprendizaje tanto para el paciente como para el terapeuta. Hay que comprender que dar amor también implica recibirlo; no debo protegerme con barreras que dificulten a los pacientes su apertura al amor.

De esta forma, la terapia se convierte en un proceso en el que el paciente y el terapeuta se van cambiando el uno al otro. Resulta de vital importancia darte cuenta que no debes aconsejar solamente, sin vivir tú mismo tus propias congojas. El amor sólo será auténtico cuando provenga de una experiencia vivida, y si no, no será convincente.

Otro factor que facilita considerablemente el amor en el proceso terapéutico es el hecho de que en este tipo de trabajo estamos rodeados diariamente de individuos valiosos, que nos inspiran: personas que reafirman sus ansias de vivir en medio de enfermedades progresivas. Como el valeroso enfermo de SIDA quien, en lugar de darse por vencido, se dedica a levantar el ánimo a sus compañeros de hospital. 0 el enfermo de cáncer que elige seguir amando al mundo, y que considera su enfermedad como un incentivo a su crecimiento espiritual. Tales personas son reconfortantes. Hacen que sigas adelante y te ayudan a no flaquear.

Por último, el amor en la relación terapéutica se ve facilitado por la comprensión de que somos mortales, de que todos nos vamos a morir algún día, hagamos lo que hagamos por tratar de evitarlo. Si asimilo esa idea, aprovecho al máximo mi vida en el presente, haciendo hoy lo que más me gustaría hacer el resto de mi vida. Mi actitud es que, si me muriera esta noche o mañana, mi vida habría sido completa: me siento realizado porque he amado con plenitud. Esto es lo que comparto en los grupos con los pacientes: la forma de usar nuestra mortalidad de una manera positiva, sacándole el mayor partido a la vida.

Los terapeutas también necesitan desarrollar la idea de que la muerte no es un fracaso. En la educación médica tradicional, evidentemente el éxito se mide según la capacidad de eliminar la enfermedad, de «curar». Por lo tanto, la muerte de un paciente se ve como un fracaso. Pero sostener esa idea implica distanciarnos de nuestros pacientes, perdiendo nuestra oportunidad de seguirlos ayudando en su transición hacia la muerte.

Curar no siempre es posible. El SIDA y el cáncer nos lo recuerdan. Hace cincuenta años, la tuberculosis arrasó con muchas vidas. En los próximos cincuenta años aparecerá, sin duda, alguna otra enfermedad que se resistirá a cualquier tratamiento. El hombre seguirá siendo mortal, y seguirá habiendo enfermedades incurables; pero también habrá mayores posibilidades de curar las ya existentes.

Yo suelo decir a todos, sanos o no, que deben vivir como si se fueran a morir en cualquier momento. De esta manera es fácil ayudar a otros, porque nunca existe un momento en que esto no sea posible. ¿Dices que te vas a morir mañana? Pues, vive como si te fueras a morir esta noche. Disfruta estas horas de vida como si fueran las últimas. Puede ser que mañana te sientas demasiado bien como para pensar en morirte. Podrías morirte de verdad si estás cansado y tienes ganas de irte. Tenemos mucho más control sobre la hora de nuestra muerte del que la mayoría de las personas imaginan. Está bien morirse si es eso lo que una persona anhela, aunque no lo sepa. Puesto que todos moriremos algún día, morir no es un fracaso. Es simplemente misión cumplida. Con esta actitud la muerte puede ser sanadora.

Por supuesto, siempre hay dolor cuando perdemos a un ser querido. Pero uno debe aprender a asimilar ese dolor, y usarlo para amar a otros. Piensa en los que han vivido noventa o más años. Seguramente han perdido ya a su pareja, a sus hijos y a sus amigos queridos. Pero incluso después de sufrir esas pérdidas que fueron terribles, estas personas encontraron fuerzas para seguir viviendo porque aprendieron a dar a otros ese amor que pareció quedar sin destino. No sobrevivimos a toda la gente que amamos y que se nos fue, si no elegimos seguir amando a personas nuevas. Eso es lo que hacen los que sobreviven; siguen amando continuamente. Por lo tanto, la sanación, como el amor, se convierte en un proceso que no tiene fin.

Bernie Siegel


Traducido y extractado por Sonia Ramírez de
Bernie Siegel.- Love & Healing.
Este artículo fué publicado en el Nº 16 de la Revista ALCIONE
Santiago de Chile, Teléfono: (562)2052364 email: editor@alcione.cl

domingo, 6 de enero de 2008

CUANDO ME AMÉ DE VERDAD




Cuando me amé de verdad, comprendí
que en cualquier circunstancia,
yo estaba en el lugar correcto en la hora correcta,
en el momento exacto.
Entonces me relajé.
Hoy sé que eso tiene nombre.
AUTOESTIMA

Cuando me amé de verdad, me dí cuenta que mi angustia
y sufrimientos emocionales, no pasan de ser una señal,
de que voy en contra de mis verdades.
Hoy sé que eso es
AUTENTICIDAD

Cuando me amé de verdad....
dejé de desear que mi vida fuese distinta
y comencé a ver que todo lo que sucede contribuye a mi crecimiento.
Hoy a eso le llamo....
MADUREZ

Cuando me amé de verdad....
comencé a entender como es ofensivo forzar alguna situación o a
alguién sólo para realizar mis deseos, aún sabiendo que no es el momento o
la persona no está preparada, inclusive yo mismo.
Hoy sé que el nombre a esto es....
RESPETO

Cuando me amé de verdad....
comencé a despojarme de todo lo que no fuera saludable....
personas, tareas, y cualquier cosa que me desanimara.
En principio, mi razón me llamó la atención acerca de
esa actitud de egoísmo.
Hoy sé que se llama....
AMOR PROPIO

Cuando me amé de verdad....
dejé de temerle a mi tiempo libre y de hacer grandes planes.
Abandoné proyectos a muy largo plazo.
Hoy hago lo que considero correcto, lo que me gusta, cuando quiero y
a mi propio ritmo.
Hoy sé que eso es....
SIMPLICIDAD

Cuando me amé de verdad...
desistí de querer tener siempre la razón y
con eso cometí menos errores.
Hoy descubrí la.....
HUMILDAD

Cuando me amé de verdad...
dejé de revivir el pasado y de preocuparme por el futuro.
Ahora, me mantengo en el presente, que es donde la vida realmente
ocurre.
Hoy vivo, un día a la vez....
Eso es....
PLENITUD

Cuando me amé de verdad....
entendí que mi mente puede perturbarme y decepcionarme.
Pero cuando la coloco al servicio del corazón, se torna una enorme y
valiosa aliada.
Todo eso es.... ¡SABER VIVIR!

Autor: Anonimo


Enviado por: Ana de Rivera
Sent: Wednesday, October 04, 2006 7:17 AM
[Doloryesperanza] CUANDO ME AMÈ DE VERDA
D.