miércoles, 28 de abril de 2010

LA BUSQUEDA DE LA FELICIDAD - Kwan Yin


Habíamos dicho que el sendero a la felicidad es un camino que oscila entre la alegría de aceptar las cosas, de experimentar el estar vivo, el ser parte del universo, y ese otro estado que impulsa al cambio, a la superación, a moverse hacia otros niveles mayores de armonía y realización. Dijimos que el equilibrio entre estos dos estados era la clave para la armonía individual, pero estas fuerzas, estas tendencias que los seres humanos manifiestan, son traslapadas y trabajadas indistintamente en sus mentes, por lo que, ni experimentan un estado de paz y armonía permanente, ni tampoco pueden sostener un impulso evolutivo permanente; de esto se deriva, en primera instancia, un estado de infelicidad o insatisfacción continuo, y por la otra, una incapacidad para alcanzar mayores estados de armonía.

Ambos factores son importantes: por un lado, la capacidad para apreciar la vida y todas sus manifestaciones, la capacidad de maravillarse de la creación, de sí mismo, de los demás y de todas las cosas que nos rodean, es un derivado de la aceptación del mundo tal cual es y de la comunión que el ser establece con la naturaleza; pero, por la otra parte, al no ser capaz de mantener un impulso continuo y sostenido hacia un ideal, le impide al hombre dedicar todas sus fuerzas hacia el cumplimiento de sus realizaciones, de sus metas personales, y por lo mismo, ese oscilar, esa indecisión, lo mantiene estancado en el mismo estado en que se encuentra, que, combinado con la infelicidad que manifiesta, da como resultado a un ser con conflictos.


La esencia de la felicidad.


La búsqueda de la felicidad no debe de estar encaminada a lograr ciertas cosas, ni debe ser entendida como un estudio largo para la comprensión de algunos conceptos, la felicidad es como un despertar, es instantáneo y no requiere preparación previa; la felicidad es un estado de conciencia que se alcanza por momentos en todos los seres humanos, pero debido a las mentes inquietas y a los corazones no entrenados, esos estados son momentáneos, de muy corta duración y, desgraciadamente, involuntarios, el individuo, incluso, ni siquiera llega a sospechar que por instantes ha tenido momentos de felicidad y que esos estados pueden expanderse a medida que se entrena a permanecer por más tiempo en esa armonía.


Dónde nace la felicidad.


La dinámica de los procesos mentales dificulta al hombre percibir el presente como el único estado de conciencia que es capaz de concederle la felicidad; dado que la felicidad nace de la comunión que establece el ser humano con el entorno, por necesidad, esto se logra únicamente cuando se vive el presente. Aun cuando la persona puede experimentar o reexperimentar momentos armónicos cuando evoca algunos recuerdos dulces de su pasado, o bien cuando sueña algunos hechos de su futuro, la felicidad la experimenta en su presente, aunque para esto haya tenido que recurrir, o a experiencias pasadas o a sus sueños futuros; en esos casos, aunque la emoción es genuina, los recursos de los que se ha valido no le ayudarán a que esos momentos de felicidad puedan ser provocados a voluntad e incluso puedan realmente transformar su vida, no dejan de ser herramientas, instrumentos y habilidades que funcionan a manera de mecanismos de defensa, para evadir, tal vez, un presente que lo reta continuamente a resolver los problemas que posee.


Sin embargo, en esta búsqueda, cuando el ser humano alcanza cierta edad y siente mermadas sus capacidades para modificar, tanto su vida personal, como el entorno en que se mueve, su mente busca, cada vez más frecuentemente, los recuerdos de su pasado, se refugia en un pasado que ya no existe, y decimos entonces, que la persona ha renunciado a vivir; en definitiva esto es un problema, porque incapacita a la persona para seguir resolviendo los problemas cotidianos. Vivir en el pasado o en el futuro es perderse la oportunidad de seguir evolucionando y poder apreciar, en toda su dimensión, la maravillosa vida que se mueve alrededor nuestro.


Cómo ser un instrumento de Dios en la tierra.


Hacer la comunión con la vida que nos rodea, es comprender las fuerzas divinas que se mueven, impulsan y transforman la naturaleza, es entender los designios divinos alrededor nuestro, es fundir nuestras voluntades con las voluntades divinas que se están manifestando en cada una de las cosas creadas. De ese estado de comunión perfecta con la creación, nace un nuevo estado de actividad creadora permanente; sólo el ser que ha logrado establecer la completa comunión con la naturaleza, podrá trabajar en completa actividad creadora, manifestando una armonía interior y exterior evidente para todos; sus palabras y sus acciones serán congruentes con sus pensamientos y sentimientos, su vida será una bendición de Dios trabajando en su nombre en medio de los seres humanos, su mirada será la mirada de Dios, y sus palabras, la voluntad divina expresada por un ser humano.


Técnicas para encontrar y expander la felicidad.


¿Cómo lograr que estos estados puedan ser reproducidos a voluntad?. ¿Cómo lograr que los momentáneos chispazos de armonía personal que todo ser humano experimenta en sus vidas, puedan ser controlados, evocados y expandidos, para hacerlos nuestro permanente nivel de conciencia?. Esta es, sin duda, una de las grandes búsquedas de la humanidad en todas las épocas. Lo que yo me propongo con este trabajo, es, precisamente, presentarles algunas técnicas que pudieran servirles para este propósito:


Vivir en la emoción de vivir.

Vivir en la comprensión de que Dios está con nosotros.

Vivir trabajando en la Voluntad Divina.


Son algunos de los múltiples frutos que se alcanzan cuando se ha logrado dominar ese estado de conciencia.


Bendición a todas las madres del mundo.


Así pues, hoy, en una fecha tan especial para todos ustedes, (el día de las madres en México) quise traerles este regalo, las claves para encontrar la felicidad de una manera sencilla y práctica. Quisiera también agregar, aunque tal vez mis palabras lleguen fuera de tiempo, a los hogares de todas las madres que han escogido éste como su camino en la vida, que todo mi amor y mi respeto hacia ustedes, es tan sólo un pequeño presente para la sublime misión que ustedes mismas han elegido para cumplir en la tierra. El apostolado de una madre, que hace suya la misión de educar y preparar para ser felices a sus hijos, es la más noble tarea que un ser humano pueda emprender en su vida, y quiero decirles, que ese amor que ustedes sienten por sus hijos, es la fuerza más grande y maravillosa que Dios ha creado para todos nosotros, una fuerza que mueve los mundos, una fuerza que da cohesión a los átomos, una fuerza que arrastra tormentas y aquieta los océanos.


Mis bendiciones eternas, mi gratitud a todas las madres del mundo, que en su apostolado puedan encontrar la más alta realización como seres humanos. Que Dios las bendiga.


Fuente: El Camino hacia la Felicidad

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